lunes, 29 de agosto de 2011

Mac Namara: un triste y olvidado recuerdo






Las invasiones inglesas de 1806, fueron precedidos de otros intentos británicos de apoderarse de los territorios del Río de la Plata.

Quizás el más importante, y sin embargo convertido en escandaloso y estrepitoso fracaso ha pasado al olvido.

El nombre del Almirante Mac Namara quedaría en la memoria de los colonienses, en cuyas costas estalló el barco capitaneado por el Oficial pereciendo con su tripulación.

En 1756 estalló una nueva guerra entre las principales potencias europeas, la llamada Guerra de los Siete Años. Obligado por el Tercer pacto de familia que unía a ambos monarcas de la Casa de Borbón, Carlos III( España),aliado a Luis XV (Francia) entraron en la guerra en enero de 1762,. Ese mismo mes zarpó de Cádiz la fragata Victoria (26 cañones), al mando del teniente de navío Carlos José de Sarriá,que llevaba órdenes para el gobernador Pedro de Cevallos de sitiar y tomar Colonia del Sacramento,quien en cumplimiento de las instrucciones inicia las acciones a principios de septiembre con una escuadra compuesta por una fragata, un navío de registro armado, tres avisos, doce lanchas grandes armadas y quince transportes. El 7 de ese mes las naves españolas anclaron y comenzó el desembarco en Colonia que se prolongó hasta el 14.Días después arribó la artillería de Montevideo y el 27 se sumaron 1.200 nativos de las Misiones Jesuíticas.comenzando el sitio a la Colonia el 5 de octubre de 1762.

Tras el desembarco, la escuadra al mando de Sarriá, se retiró sin órdenes de Cevallos a la Ensenada de Barragán, en la costa occidental del Río de la Plata, posibilitando de esa manera que el 14 de octubre 4 bergantines portugueses evacuaran de la plaza sitiada a numerosas familias y los caudales y luego 3 de ellos regresaran el 17 de octubre con víveres y materiales para la defensa.

Sarriá, mientras tanto atrincherado en Ensenada, desobedeció las reiteradas órdenes para regresar y combatir justificándose en que no había venido de España a luchar contra el contrabando Recién el 29 de octubre dejó el puerto llegando a Colonia dos días después, Pero tarde .Colonia había capitulado. El 31 de octubre de 1762 El Gobernador de esa ciudad Da Silva Fonseca, capituló ante Cevallos y dos días después la ciudad fue ocupada.

En ese ínterin, desde comienzos de 1762, Inglaterra estaba dispuesta a tomar por la fuerza el Río de la Plata ,incentivada por el embajador portugués ideando un plan que partía de la base de poseer Colonia, un proyecto que involucraba al gobierno portugués, al inglés de Thomas Pelham-Holles, 1° duque de Newcastle, y a la Compañía de las Indias Orientales (British East India Company). El resultado final sería la entrega de Banda Oriental para los portugueses y la ribera Occidental (Buenos Aires) para los británicos. La responsabilidad y organización de la incursión militar de la empresa corría por cuenta de la Compañía .Sin dudas no tendría un carácter oficial, sino más bien se trataría de una operación corsaria.

Rápidamente La Compañia logró reunir 100.000 libras esterlinas y aportó las naves. Operando con una total impunidad, sin ocultar su propósito desplegó en las calles de Londres, un bando solicitando tripulantes aventureros para la expedición, asegurando "libertad absoluta para el saqueo" .No tenían nada que disimular.

Inmediatamente el 14 de enero de 1762 se adquirió el navío de 1068 toneladas HMS Kingston []de 60 cañones, reforzado y aumentado a 64 piezas de bronce.

A pesar de haber cambiado el gobierno las instrucciones se mantuvieron y en julio de 1762, la flota zarpó de Londres en julio de 1762 rumbo a Lisboa con 700 hombres de tropa y dotación, comandada por el Capitán John Mac Namara,a bordo de Lord Clive y el capitán William Roberts al mando de la fragata Ambuscade, de 40 cañones ..

En la capital portuguesa, MacNamara fue reconocido por los lusitanos autorizando el gobierno a tomar de Brasil las embarcaciones y tropas necesarias.

Ya en Río de Janeiro el gobernador reforzó su escuadra con la fragata Nossa Senhora da Gloria, de 38 cañones, ocho bergantines de transporte, y una fuerza de 600 hombres al mando del teniente coronel Vasco Fernandes Pinto Alpoin

Con el objetivo de desembarcar en la Ensenada de Barragán y marchar sobre la ciudad de Buenos Aires, el 20 de noviembre la escuadra dejó Río, cruzándose en su trayecto sin saberlo con las embarcaciones que llevaban a los prisioneros portugueses de la Colonia. Recién en diciembre, al apresar cerca de Montevideo, una pequeña embarcación española, MacNamara pudo saber que Colonia había caído en manos españolas, y sin pérdida de tiempo enfiló hacia Buenos Aires, pero tan improvisadamente que fue el principio del fin. Lo hizo sin prácticos navales, pues los aliados portugueses que estaban previsto colaboraran, habían sido apresados por Cevallos y algunos embarcados prisioneros a Río, con lo cual, infructuosamente no pudo ubicar el canal de acceso a la ciudad, rodeada de bancos de arena, por lo que retornó hacia Montevideo.

En Colonia, el propio Cevallos en persona se mantuvo al frente de la defensa, a pesar estar enfermo, y para evitar el desembarco anglo-portugués, envió más tropas a Maldonado y Montevideo, permaneciendo con él apenas 500 hombres y 100 en la isla de San Gabriel.

En enero la escuadra anglo-portuguesa se apostó frente a Montevideo con intenciones de efectuar un ataque, pero al día siguiente llegó desde Río de Janeiro un buque portugués con órdenes de regresar. Un práctico que iba a bordo les informó que los navíos tenían mucho calado para entrar a Montevideo y le aconsejó pasar a Colonia, cuyos canales de acceso decía conocer bien.

Mac Namara reunió entonces una junta de guerra la cual decidió atacar Colonia. El 4 de enero de 1763 fondearon en el Riachuelo frente a Colonia, ensayando un golpe de mano y varios ataques menores para tantear las defensas, los que fueron rechazados.

La escuadra española al mando del teniente de navío Sarriá permanecía frente a Colonia, y estaba compuesta de la fragata Victoria, el Santa Cruz (capitán Urcullu), y el aviso San Zenón. Al aparecer la escuadra de MacNamara, Sarriá abandono la plaza a su suerte y se retiró con la fragata Victoria lejos del fuego británico y portugués, quedando como única preocupación del enemigo los cañones de la plaza, dirigiéndose a la cercana isla de San Gabriel abandonando la fragata de la cual desembarcó con sus oficiales, dejando la tripulación (180 hombres) bajo el mando del contramaestre.. Aunque este acto de abandonar el combate pudiera no ser tachado de cobardía ante fuerzas superiores, sí lo fueron los hechos que protagonizó posteriormente.

Al mediodía del 6 de enero los tres buques ingleses mayores se acoderan por la banda de estribor frente a las fortalezas, el Lord Clive frente a Santa Rita, el Ambuscade frente a San Pedro Alcántara y el Gloria frente al de San Miguel, y comienza el bombardeo de la plaza, sostenido por ambas partes por unas cuatro horas desde una distancia de unos 400 metros.

Pese a lo intenso del fuego, más de 3000 disparos de bala rasa y metralla, las tropas de Cevallos, parapetadas en un terreno bajo, no sufrieron mayores bajas, pues los tiros enemigos eran muy elevados.

Pero sorpresivamente a las 16:00 horas una bala roja,( una bala de hierro calentada al rojo vivo), desató un fuerte incendio en el Lord Clive, el que hasta ese momento había sufrido 40 bajas. En el siniestro murieron 272 de sus tripulantes, incluyendo a MacNamara.[ ]De los 78 sobrevivientes que abandonaron el barco a nado (otros dos en un pequeño bote), 62 fueron capturados por las fuerzas de Cevallos. El Ambuscade y el Gloria, seriamente averiados y con numerosas bajas (80 en la fragata británica[] ) se retiraron a Río.

Las pérdidas españolas fueron de sólo cuatro muertos en el fuerte. Cevallos consiguió recuperar parte de la artillería del Lord Clive antes de que estallara la santabárbara al anochecer, cerca de las 20 horas. Luego del naufragio, los españoles arrojaron pesadas piedras sobre la nave para evitar que los ingleses eventualmente la reflotaran.

Al sentirse el estallido en la Victoria la tripulación que se disponía también a abandonarla decidió quedarse a bordo. A las 23:00 el contramaestre envío un bote a la isla para recoger a Sarría, quien al acercarse a la fragata y oír tres cañonazos por una falsa alarma ordenó que lo regresaran a tierra firme.

Al amanecer del 7 de enero regresó brevemente a bordo, tras lo que volvió a la isla San Gabriel dejando a sus oficiales para recoger su equipaje. En la tarde volvió a la fragata y encabezó una junta de guerra, decidiendo abandonar la nave y dirigirse a la isla, sin informar a Cevallos de sus decisiones.

La fragata estaba entonces varada en la arena pero sin daños, por lo que saldría a flote con la marea. Sarría ordenó sin embargo hundirla sin más, sin salvar la artillería, pólvora, municiones y demás pertrechos: "luego que salga de su bordo la lancha, empiece Ud., sin pérdida de tiempo, a echar la artillería al agua, y tenerle abierto buenos rumbos a la fragata para que se vaya a pique, antes que logren los enemigos hacer alguna intentona, ó con esa artillería batir a esta isla, de lo que se nos haría grave cargo, y de este sentir son todos los oficiales y yo, y así sin interpretación póngalo Ud. luego por obra. De Ud., Sarriá."

Pese a sus órdenes, el contramaestre sólo abrió unos pocos barrenos para demorar la entrada de agua. Cuando Cevallos finalmente tuvo noticias mandó de inmediato al piloto Manuel Joaquín de Zapiola, un práctico y varios marineros para salvar la fragata. Entrando a puerto el 8 de enero una tormenta la lanzó contra las rocas al no poder echar un ancla, ya que habían sido arrojadas por la borda por órdenes de Sarriá.

Cevallos arrestó a Sarriá y sus oficiales. Sin embargo, el consejo de guerra realizado en 1766 decidió absolverlo inexplicablemente de todos los cargos.

La toma de la Colonia y el rechazo a la escuadra enemiga fue una de las mayores victorias que se habían dado hasta entonces en aquella parte de América. Cevallos prosiguió su campaña hacia el este, apoderándose el 19 de abril de 1763 de la Fortaleza de Santa Teresa y días después de las de Santa Tecla y San Miguel, llegando el 24 de abril hasta Río Grande de San Pedro, donde debió detenerse al conocer la noticia del Tratado de Paris firmado el 10 de febrero de 1763, que ponía fin a la guerra y por el cual la Colonia de Sacramento y las demás posesiones ocupadas por Cevallos debían ser restituidas a los portugueses.

Los náufragos del Lord Clive fueron interrogados y luego de un sumarísimo juicio, los oficiales fueron ahorcados. El dudoso status legal de la expedición, confirmado por la consideración en Londres tras la derrota de la condición de corsarios de sus miembros, hacía que no fueran considerados prisioneros de guerra sino asimilables a piratas. Por su parte, la mayoría de los prisioneros, tripulantes sin rango, fueron trasladados a Buenos Aires e internados en el interior del país.

Por su parte, el capitán William Roberts, de la Ambuscade, permaneció en Río al servicio de la marina portuguesa. Participó del escuadrón portugués al mando del británico Robert McDouall durante la guerra por Colonia de 1775-1777 donde elaboró un plan para atacar Buenos Aires, el que compartió con el entonces capitán Arthur Phillip, último defensor de Colonia.[]

En febrero de 2004 un equipo de buceadores dirigido por el argentino Ruben Collado encontró los restos del Lord Clive.

El Lord Clive era un viejo navío construido en 1697 con el nombre de Kingston. Había tomado parte en importantes acciones militares, Gibraltar, batalla de Vélez-Málaga en 1704, Gaspe 1711. Reacondicionado en 1719 y 1740, tomó parte en 1744 en la batalla de Tolón, Menorca en 1756 y bahía de Quiberon en 1759.

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